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José Gutiérrez, usuario destacado de la Biblioteca Puente Aranda / Foto: BibloRed
José Gutiérrez, usuario destacado de la Biblioteca Puente Aranda / Foto: BibloRed

José Gutiérrez, el hombre que rescata libros de la basura para llenar de vida las bibliotecas de Colombia

Viernes, Diciembre 6, 2024 - 16:49
Más de dos toneladas de libros fueron donados por la Fundación Fuerza de las Palabras a hogares de paso para habitantes de calle con el apoyo de mediadoras territoriales de BibloRed.

José Alberto Gutiérrez cuenta que hace 14 años se hizo amigo de León Tolstoi cuando encontró un ejemplar de Ana Karenina en un ‘shut’ de basura en el barrio Bolivia de Bogotá. En ese entonces, él trabajaba como conductor de camiones de aseo en la ciudad y ese fue el primero de miles de libros que encontró a lo largo de su oficio.
 

Hice el hallazgo más valioso, el tesoro más grande y después ya no me levantaba solamente a trabajar, sino que había otra cosa que me motivaba y era el encuentro con los libros”, dice José, quien desde entonces comenzó a recoger los libros que la gente botaba en buen estado y los donaba a espacios en los que hacían falta. 
 

Durante la última semana de noviembre, él -por medio de su Fundación Fuerza de las Palabras- decidió hacer una donación de dos toneladas de libros a las bibliotecas de los hogares de paso para habitantes de calle Bakatá y Puente Aranda. La acción la hizo en coordinación con Sonia Parra y María Alejandra Jaimes, mediadoras territoriales de los Paraderos Paralibros Paraparques Santa Isabel y Ciudad Montes, más el apoyo de la Biblioteca Pública Néstor Forero Alcalá - Puente Aranda. 
 

Es importante esta iniciativa porque la lectura enriquece y para quienes están en una rutina de calle aquí tienen un espacio de silencio para meterse en cada historia del libro”, señala Xiomara Castiblanco, coordinadora del hogar de paso Puente Aranda.

 

Una segunda vida para los libros

Los bogotanos suelen botar libros nuevos, usados en buen estado y hasta empacados, según José. Entre los libros que más ha recogido se encuentra gran parte de la obra de Gabriel García Márquez con títulos como Crónica de una muerte anunciada o Cien Años de Soledad. También se destacan los diccionarios, libros de arte o El mundo de Sofía y El principito.
 

José explica que en su relación con los libros interfiere una ley de atracción. De niño, su mamá le leía en las noches las antologías de Álvaro Marín y recuerda textos como La gallinita roja, Pinocho o su favorita, Estaba el señor Don Gato. “Mi mamá me regaló la vocación de los libros e intuitivamente supe que ellos iban a ser mi salvación”, dice. 
 

Él afianzó su hábito con la lectura cuando en su juventud le tocó trabajar cuidando una casa en el barrio Nicolás de Federmán y allí se encontró con una colección generosa de historietas. Después se interesó por otro tipo de literatura y compró la Odisea de Homero y allí comenzó su vocación por recolectar los libros que encontraba en su trabajo con el consorcio de basuras.
 

“Con el tiempo la casa se me llenó de libros. Tengo un familiar en Sumapaz y me dijo que estaba interesado en algunos libros. Los llevé para una casa campesina, un salón comunal y una escuela. Cuando volví, la comunidad me reclamó por llevarle libros a unas personas y a otras no. Entonces llevé más libros a otra escuelita y ya tenemos 14 años llevando libros por todo el país. Ha sido titánica la tarea, pero lo hemos logrado”, cuenta José. 
 

En esos 14 años José ha visitado más de 600 lugares de Colombia donando libros. Entre sus travesías, la que más recuerda es su donación a una comunidad de 700 niños liderada por una misionera. También ha trabajado en dos proyectos con BibloRed. Uno de ellos fue hace ocho años y consistía en imaginar que la quebrada del barrio era el Niño Dios. De esa manera, la comunidad limpió la quebrada y del proyecto salió un libro en el que participaron 80 personas. 
 

A pesar de que ya le cuesta más que antes seguir en su tarea, José hace un llamado a las personas que no le dan una vida útil a los libros: “Yo conozco estanterías llenas que las tienen de adorno, de puro caché. Quiero decirle a la gente que los libros así no sirven de nada. Los libros cerrados pierden la vida”. 
 

Las personas de los hogares de paso agradecieron el gesto de la donación y empezaron a interactuar con los libros. Además, entre todos llegaron a un acuerdo tácito de cuidarlos y se comprometieron a promover la lectura con las y los demás compañeros de los hogares de paso.